Medimos el trabajo que tenemos por las horas semanales o el sueldo a fin de mes. Medimos el tiempo en que nos demoramos en llegar al trabajo o si nos toparemos con un taco al volver a la casa. Nuestro desempeño se mide por medio de la experiencia que tengamos o el cargo que nos den.Por más que tengamos tecnología de punta en una oficina, el resultado no será tan distinto si las personas que operamos estamos preocupados midiendo nuestro trabajo por preocupaciones más que por satisfacciones. Para mi, el trabajo que merecemos tanto funcionarios como empleadores y clientes, es uno que nos haga sentir a gusto, uno que nos permita mostrar nuestro potencial.